Mi querido Maximiliano: Hay una falúa anclada para vos. Jacobo os llevará a Uorna, donde el señor Noirtier espera a su hija para bendecirla antes de que os acompañe al altar. Todo cuanto hay en esta gruta, amigo mío, mi casa de los Campos Elíseos y mi castillo de Treport, son el regalo de boda que hace Edmundo Dantés al hijo de su patrón Morrel. La señorita de Villefort aceptará la mitad, pues le suplico dé a los pobres de París toda la fortuna que adquiera de su padre, loco, y de su hermanó, fallecido en septiembre último con su madrastra. Decid al ángel que va a velar por vuestra vida, Morrel, que ruegue alguna vez por un hombre que, semejante a Satanás, se creyó un instante igual a Dios, y ha reconocido con toda la humildad de un cristiano, que sólo en manos de la Providencia está el poder supremo y la sabiduría infinita. Sus oraciones endulzarán quizás el remordimiento que lleva en el fondo de su corazón. En cuanto a vos, Morrel, he aq...