Urbano II fue el Papa 159º de la Iglesia católica y lo fue durante once años, entre 1088 y 1099. Su aspecto más famoso y por el que es uno de los papas más recordados es el llamamiento de los cristianos para conquistar los Santos Lugares. Es decir, predicó la Primera Cruzada. La idea había surgido en 1095 en el Concilio de Piacenza pero tuvo su punto de ignición en noviembre de aquel año en el Concilio de Clermont. Allí el Papa pronunció un discurso inspirador y puso la cruzada en marcha. Aquel día muchos gritaron el “¡Dios lo quiere!” en respuesta a sus palabras, convirtiéndolo en el lema de aquella empresa. Después de varios años de luchas, de asedios, de pactos, de traiciones, de muertes, de epidemias, de sed, de hambre, de apariciones, de reliquias, de conquistas… los cruzados, en 1099, conquistaron Jerusalén, con lo que se dio por finalizada aquella Primera Cruzada. Fue el 15 de julio cuando los cristianos entraron, por fin, en la Ciudad Santa. En aquel tiempo las noticias ún