A principios del siglo XVI, la toledana Leonor Brazana fue uno más de los descendientes de judíos a los que la Inquisición persiguió con saña. Su padre, un tal Garci Vázquez, cambiador de oficio, había sido quemado por judaizar, mientras que su tío paterno, Rodrigo Ortiz, fue condenado a llevar el sambenito por el mismo motivo. Para evitar problemas, Leonor adoptó el apellido de su madre, Francisca Barzana, que se salvó en el proceso contra su marido gracias a la protección de un canónigo. Una vecina testimonió que había oído varias veces a Leonor decir que los inquisidores habían matado a su padre, y ello sin culpa alguna de su progenitor, sino por ser ellos "bellacos y traidores". En su barrio, Leonor era conocida como "beata", por el hábito franciscano que llevaba y que distinguía a cierto tipo de mujeres laicas que se entregaban a la oración. El término, sin embargo, también se aplicaba a mujeres que aseguraban poseer dotes sobrenaturales propias de l