Hay sucesos fúnebres que cambian vidas. La mayoría de las veces tan sólo provocan un giro en la existencia de quienes se ven implicados en ellos. Alguien muere y su ejemplo, o el impacto emocional, o la necesidad de cubrir el hueco que deja, lleva a otra persona a replantearse cómo quiere afrontar su propia vida. En el caso de Geraldine Gueron un fallecimiento marcó el proyecto vital y profesional con el que está absolutamente comprometida; como ella misma ha relatado en varias ocasiones, todo empezó “después de la inesperada muerte del padre de Daniel Nofal a causa de una forma muy agresiva de linfoma de Hodgkins. Él era una persona joven, feliz, que gozaba de buena salud. Su repentina condición, y posterior muerte, dejó perplejos a los médicos que lo trataron. A partir de este episodio nos surgieron varias preguntas relacionadas a su enfermedad: ¿cómo una persona sana podía desarrollar una enfermedad tan agresiva?, ¿qué se estaban perdiendo los médicos?, ¿habían pasado por alto c