Dentro de los métodos anticonceptivos más usados y seguros tenemos las píldoras, un preparado natural o sintético de hormonas cuyo efecto consiste en hacer que el cerebro funcione como si la mujer estuviese embarazada, y por tanto evite la ovulación.
Todo método de control de natalidad tiene un índice de fracaso y seguridad, lo que traduce que no funciona con total efectividad en determinadas ocasiones. El término fracaso quizás no se adecúa en éstos casos porque de cualquier forma es una vida nueva en camino y por mas inoportuno o indeseado que sea, el término está fuera de lugar. Muchos factores inciden en la efectividad o fracaso del uso de la píldora: ingesta irregular, interacción con otros medicamentos, vencimiento, entre otros.
Las píldoras que hoy se usan comparten mecanismos de seguridad por si en algún momento su principal función falla: uno, que endurece el moco cervical para dificultar el paso de los espermatozoides y como defensa de segunda línea, modifica la pared uterina y así el aparente óvulo fecundado no se anide.
De cualquier modo, independientemente del método anticonceptivo que se utilice, lo ideal es estar consciente de su uso y de las consecuencias, riesgos y beneficios en el momento de decidir el uso de un método anticonceptivo.
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