Desde un punto de vista evolutivo, el orgasmo femenino no constituye un gran misterio: es un incentivo placentero para buscar ulteriores encuentros sexuales. Al orgasmo masculino hay que sumarle la eyaculación.
Pero el clímax sexual de las mujeres es más complejo y recóndito que el masculino. Por ejemplo, puede ser fingido. Las mujeres no tienen la necesidad de experimentar un orgasmo para concebir (aunque ayuda si lo experimenta: permite que la mujer se mantenga tumbada después del sexo, reteniendo pasivamente el esperma).
Muchos psicólogos evolucionistas han llegado a considerar la idea de que el orgasmo femenino es una adaptación sofisticada que permite a las mujeres manipular, consciente o inconscientemente, a sus amantes: el número de contracciones vaginales que un orgasmo produce permite absorber más cantidad de esperma y, por tanto, aumenta la probabilidad de concepción. La succión uterina tira del esperma a través de la barrera mucosa cervical.
En un informe publicado acerca de la fuerza de la succión orgásmica hacia el cérvix, un médico reseñó que las contracciones uterina y vaginal de una paciente durante el sexo con un marino le habían hecho succionar el condón. En el curso de la exploración, el condón fue encontrado dentro del diminuto canal cervical.
Los científicos han descubierto que si la mujer llegar al clímax en cualquier momento comprendido entre 1 minuto antes y 45 minutos después de que su amante eyacule, retiene mucha más cantidad de esperma que si no experimenta el orgasmo.
Así pues, mientras el hombre persigue que la mujer alcance el clímax para aumentar su autoestima o por temor de que ella no quiera volver a mantener relaciones sexuales, la mujer usa este clímax para decidir de quién se quedará embarazada.
Gracias a Genciencia
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