Hoy en el Marca ha aparecido una reseña a uno de mis futbolistas predilectos junto a Paolo Futre, y me ha parecido interesante buscar informacion relativa a su historia.
La repercusión mediática del fútbol hoy en día es único. Los futbolistas cada vez generan más ingresos lejos de un terreno de juego y su imagen es ya un reclamo habitual de las grandes marcas. Una tendencia común que, como todo en esta vida, tuvo un pionero: David Ginola. El exquisito centrocampista francés brilló tanto dentro como fuera de los campos de fútbol. Su elegancia en la conducción se correspondía con su gusto por la moda y por su minucioso cuidado de su aspecto físico. El futbolista galo cuidaba su imagen deportiva y personal y eso le llevó a convertirse en uno de los grandes de su época.
"Porque yo lo valgo"; con esa frase el jugador nacido en Gassin demostró que los futbolistas podían convertirse en una referencia de los spot publicitarios. Su aparición promocionando una conocida marca de cosméticos y productos de belleza dio la vuelta al mundo y le situó como el gran precursor de la explotación de la imagen de un futbolista. Ginola, allá por los 90, enseñaba el camino a los Beckham, Ronaldinho, Cristiano Ronaldo y compañía.
Enzo Francescoli fue su gran influencia cuando coincidió con él en el Racing Club de París
Pero actuaciones extradeportivas al margen, Ginola también será recordado por sus grandes goles, su exquisito toque, conducción vertical y únicos cambios de dirección o sus centros teledirigidos. A pesar de no jugar en un grande, Ginola dejó grandes recuerdos allí por donde pasó y sólo un discreto palmarés y una desafortunada actuación a nivel de selecciones le apartaron del reconocimiento mundial. Sin embargo, su gran calidad técnica y duplas históricas como las formadas con Weah en el PSG o Shearer en el Newcastle, elevan al extremo del sur de Francia a la categoría de leyenda.
Ginola dio sus primeros pasos relevantes como futbolista en el Toulon, equipo en el que debutó a los 18 años. Tras tres temporadas fogueándose pasaría a la que se convirtió en una de sus mejores escuelas futbolísticas. En el Racing Club de París permaneció dos años en los que aprendió de grandes futbolistas como Luis Fernández o Enzo Francescoli. 'El Príncipe' fue su gran mentor y su influencia sobre Ginola fue decisiva para pulir sus aspectos técnicos. Sin grandes alardes pero con detalles esporádicos, Ginola comenzaba a hacerse un nombre en la Ligue 1. Dos temporadas más en el recién ascendido Brest y de ahí a uno de los equipos que marcaron época en tierras galas y en Europa durante varios años: el PSG.
La insistencia del por entonces técnico del conjunto parisino, Artur Jorge, dio con Ginola en el Parque de los Príncipes. Allí se encontró con grandes figuras del momento como Raí, Weah, Valdo, Lama...con el liberiano formó una sociedad letal que propició que el PSG levantara el trofeo de Liga en 1994. El palmarés se completó con dos Copas de Francia en 1993 y 1995. Sin embargo, la sensación de éxito fue mayor por las actuaciones en Europa. donde el PSG fue el azote de los equipos españoles. En tres años, eliminó al Madrid y el Barcelona de la Champions y a los blancos nuevamente en la Recopa. Sólo la gran Juve de Baggio les alejó del cetro continental.
El balón que 'regaló a Bulgaria en la fase de clasificación para USA 94 acabó con su carrera en los 'bleus'
Precisamente el impulso que sufría su carrera coincidió con el peor momento de toda su trayectoria. Sus grandes actuaciones con el PSG le llevaron a ser un habitual en los 'bleus' de Jacquet. Hasta el fracaso ante Bulgaria. Francia necesitaba un empate ante los búlgaros para certificar su clasificación para el Mundial de Estados Unidos 94. Y así iba el partido hasta el minuto 89, en el que Ginola se fue a la esquina y buscó un centro absurdo en lugar de mantener el balón. Bulgaria salió al contraataque y Kostadinov consumó la tragedia. Ginola desapareció de las listas de Jacquet y ese balón perdido le llevó incluso a enfrentarse con Eric Cantona.
El espíritu aventurero de Ginola le llevó a probar fortuna lejos de su país. La suerte le fue algo dispar, pues aunque cuajó buenas temporadas, los títulos se le siguieron resistiendo. Si en París había encontrado como socio a Weah, en St James Park se encontró con otro ilustre: Alan Shearer. De la mano de Kevin Keegan, las 'urracas' estuvieron a punto de hacerse con el título durante los dos años que Ginola permaneció en el equipo, pero el United lo impidió. Por aquel entonces, Ginola ya era una estrella mundial. Y su consagración definitiva llegaría en las siguientes temporadas, cuando el centrocampista francés recaló en el Tottenham. En White Harte Lane se vio el mejor Ginola, el que fusilaba desde lejos y desbordaba con una velocidad vertiginosa. El de los recortes, las voleas y los controles de categoría.
Fue la última vez que se vio al gran Ginola. Su trayectoria se cerró con dos aventuras discretas en Aston Villa y Everton, desarrollando un fútbol común y lejos del Ginola que deslumbró en años anteriores. 'Le Magnifique' era ya un futbolista de esporádicos destellos, insuficientes para mantenerse en la élite. Cuando se retiró, el genial centrocampista francés siguió dando espectáculo, pero en los medios de comunicación.
(Fuente: Marca)
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