Arquímedes de Siracusa fue un matemático, físico, ingeniero, inventor y astrónomo. Es considerado uno de los científicos más importantes de la antigüedad clásica, le debemos inventos como el tornillo de Arquímedes (maquina utilizada para elevar agua), la polea compuesta, el torno, la rueda dentada, la ley de la palanca (”dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”), máquinas de guerra… y, sobre todo, el principio de Arquímedes (hidrostática). Y precisamente este principio es el que demuestra que podría considerarse el patrón de los peritos.
Hierón II, rey de Siracusa y pariente de Arquímedes, encargó a un orfebre una corona de oro. Cuando el rey recibió su corona algo le hizo dudar de la “pureza” del oro utilizado (pensaba que parte del oro entregado para el trabajo podía haber sido sustituido por plata o cobre) y le pidió a Arquímedes que determinará si el material utilizado era oro puro (lo que hoy en día llamaríamos un peritaje). Arquímedes estaba habituado a este tipo de “encargos”… tendría la solución si podía determinar el volumen de la corona. Si el orfebre había utilizado plata o cobre (más ligeros que el oro) el volumen de la corona sería mayor que el del peso equivalente en oro. ¿Cómo determinar el volumen de la corona?
Tras darle muchas vueltas al tema decidió darse un descanso y tomar un baño. Estaba tan metido en el tema que no se percató que había llenado la bañera hasta el borde y cuando se metió parte del agua se salió… ¡Eureka! gritó el científico, ya tenía la solución:
El volumen de cualquier cuerpo sumergido en el agua era igual al volumen de agua desplazada (más o menos).
Así que, introdujo la corona en el agua y midió el volumen de agua desplazada e hizo lo mismo con un peso igual de oro puro; en este caso el volumen de agua desplazada era menor que con la corona. Por tanto, el volumen de la corona era mayor… el orfebre había mezclado el oro con otros metales más ligeros… El peritaje de Arquímedes llevó al orfebre a la muerte.
(Fuente: Historias de la historia)
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