La etiqueta de "saludable" que acompañaba a alimentos vendidos como productos preventivos y defensivos para el organismo acaba de ser cuestionada al retirar Danone la solicitud que corroboraría éstas y otras virtudes ante la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (“Actimel o Activia, ayudan a tus defensas”, ya no aparecerá en la publicidad de estos preparados lácteos).
Aunque el potente marketing utilizado para vender estos productos hacían pensar en la solución natural para evitar resfriados o problemas digestivos, lo cierto es que en la mayoría de las ocasiones una dieta equilibrada y variada (yogures inclusive) basta para lograr los beneficios que prometen. ¿Por qué gastar más en este tipo de productos, cuando algunos duplican su precio respecto a sus equivalentes "normales"?
Los probióticos y prebióticos en dosis adecuadas, pueden resultar beneficiosos para algunas situaciones. Por ejemplo, cuando la dieta por sí sola no basta para mejorar problemas de salud que ayudan a combatir, como digestiones lentas que acaban generando hinchazón de vientre y gases, o para la recuperación de la flora bacteriana tras una diarrea.
En la actualidad, los alimentos probióticos (Lactobacillus acidofilus y Bifidus) que hay en el mercado son:
• Los yogures: se llama así a la leche fermentada con las bacterias lácticas -Streptococcus thermophilus y Lactobacillus bulgaricus o acidofilus-
• Otras leches fermentadas: productos similares en aspecto al yogur, sólo que fermentados con otro tipo de bacterias como Bifidobacterias, Lactobacillus casei imunitass, etc.
• Bebidas que contienen, además de zumo, leche fermentada y cultivos de bacterias
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