Volver la vista atrás para ver en qué hemos fallado ayuda muchas veces a darnos cuenta de las equivocaciones que hemos tenido y ayudarnos a tener confianza y valor para seguir. Como decía Einstein “Si quieres obtener resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo”.
El problema es que vivimos en una sociedad que premia el acierto, los triunfos y castiga los errores, parece como si muchas personas hubiesen nacido enseñadas o como dice el dicho popular ‘ha nacido con una estrella’. Pero no es así. Sin los fallos la sociedad no avanzaría y las personas tampoco. Prueba de ello es que muchos de los grandes inventos, fueron frutos de errores ¿casuales?.
Por lo tanto la clave para creces como personas es aprender de los errores. El secreto hacia la felicidad no está en alcanzar la perfección, una meta imposible, sino en hacer un buen balance de nuestras meteduras de pata, para así salir airosos la próxima vez que nos encontremos en una situación similar.
Decía Churchil que todas las personas cometen fallos, pero solo las inteligentes aprenden de ellos. Y es que hoy en día parece que esa filosofía o esencia se olvida y todos somos estupendos, sabios, inteligentes y hemos nacido con todas las lecciones aprendidas. No.
Cada error que se deja atrás, se convierte en un nuevo paso hacia delante, siempre y cuando nos preguntemos qué nueva enseñanza hemos aprendido. La experiencia es un grado, solo las personas que vuelven a levantarse tras una caída llegan a la meta final. Además de ayudarnos a ser más fuertes, los errores nos obligan a cambiar nuestro punto de vista.
La meta final o la recompensa en la vida se la llevan todos aquellos que aprende de los errores y no tiran la toalla. Y si tenemos en cuenta un dicho muy sabio que se puede aplicar en todas las áreas de nuestra vida como “no volver a tropezar dos veces en la misma piedra” aunque casi siempre es “el hombre es el animal que tropieza dos veces con la misma piedra”, nos daremos cuenta que esa es la clave.
Todos nos equivocamos pero, no por ello tenemos que sentirnos avergonzados, si hacernos responsables de los errores, pero no culparnos por ello más bien aprovechar la equivocación y buscar otras vías sin tirar la toalla.
El problema es que vivimos en una sociedad que premia el acierto, los triunfos y castiga los errores, parece como si muchas personas hubiesen nacido enseñadas o como dice el dicho popular ‘ha nacido con una estrella’. Pero no es así. Sin los fallos la sociedad no avanzaría y las personas tampoco. Prueba de ello es que muchos de los grandes inventos, fueron frutos de errores ¿casuales?.
Por lo tanto la clave para creces como personas es aprender de los errores. El secreto hacia la felicidad no está en alcanzar la perfección, una meta imposible, sino en hacer un buen balance de nuestras meteduras de pata, para así salir airosos la próxima vez que nos encontremos en una situación similar.
Decía Churchil que todas las personas cometen fallos, pero solo las inteligentes aprenden de ellos. Y es que hoy en día parece que esa filosofía o esencia se olvida y todos somos estupendos, sabios, inteligentes y hemos nacido con todas las lecciones aprendidas. No.
Cada error que se deja atrás, se convierte en un nuevo paso hacia delante, siempre y cuando nos preguntemos qué nueva enseñanza hemos aprendido. La experiencia es un grado, solo las personas que vuelven a levantarse tras una caída llegan a la meta final. Además de ayudarnos a ser más fuertes, los errores nos obligan a cambiar nuestro punto de vista.
La meta final o la recompensa en la vida se la llevan todos aquellos que aprende de los errores y no tiran la toalla. Y si tenemos en cuenta un dicho muy sabio que se puede aplicar en todas las áreas de nuestra vida como “no volver a tropezar dos veces en la misma piedra” aunque casi siempre es “el hombre es el animal que tropieza dos veces con la misma piedra”, nos daremos cuenta que esa es la clave.
Todos nos equivocamos pero, no por ello tenemos que sentirnos avergonzados, si hacernos responsables de los errores, pero no culparnos por ello más bien aprovechar la equivocación y buscar otras vías sin tirar la toalla.
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