En el sudeste de Zimbabue, entre los ríos Zambeze y Orange, hay una ciudad en ruinas que supone un misterio desde hace siglos. Comerciantes y navegantes hablaban de un lugar que en el idioma de los shona se llamaba dzimba dza mabwe, “grandes casas de piedra”. La leyenda dice que se trata de la ciudad de la reina de Saba.
Los primeros europeos que contemplaron las ruinas fueron los portugueses, en el siglo XVI. Fueron ellos los que difundieron la leyenda de que era la ciudad de la mítica reina de Saba.
En 1871, el investigador alemán Karl Gottlieb Mauch (1837- 1875) logró encontrar Gran Zimbabue. Muchos de los interrogantes que plantean sus ruinas desde entonces están relacionados con la destrucción de vestigios arqueológicos por parte de cazatesoros y arqueólogos aficionados entre 1890 y 1910.
La ciudad en ruinas consta de tres partes: la llamada Acrópolis, que se alza sobre una colina en medio de curiosas formaciones rocosas, el valle de las Ruinas y el recinto Elíptico o Gran Plaza.
Este último está rodeado por una muralla de piedra de 253 metros de largo construida sin mortero y cuyas piedras están talladas como ladrillos. Tiene una altura de entre 4,9 y 10,7 metros.
El interior del recinto está distribuido en numerosos edificios y plazas pequeñas que no se sabe para qué servían. Sin embargo, el mayor misterio de todos es la torre cónica situada junto al muro exterior. Dicha torre ha estimulado la fantasía de los investigadores desde siempre, ya que no desempeña ninguna función aparente y carece de puertas, ventanas y escaleras.
Algunos opinan que se trata de un sím bolo fálico-religioso, emblema de la fertilidad del país, mientras que otros la consideran algo así cómo una torre de señalización o un observatorio.
EL ORO DEL REY SALOMÓN
La búsqueda de las fabulosas minas de Ofir, de donde procedían los tesoros del rey Salomón, ha ocupado al hombre durante siglos. En 1522 el historiador portugués Joáo de Barros describió una fortaleza en Sofala que ostentaba una advertencia indescifrable en la puerta. Los habitantes de la región se llamaban symbaoe, lo que suena muy parecido al actual Zimbabue. Los primeros hallazgos se remontan hasta el siglo IV a.C.
La ciudad vivió su época de máximo esplendor, que se prolongó durante mas de 400 años, entre los siglos X y XV como centro del Imperio Munhumutapá, que abarcaba los países actuales de Zimbabue y Mozambique.
Esos cuatro siglos se dividen en tres períodos: ya en el siglo XI existía una poderosa zona de influencia, puesto que la extracción de oro se inició alrededor del año 1000. Se sospecha cierta influencia hindú, porque la técnica de prospección utilizada es la misma que en la India.
En el segundo período, a partir del siglo XIII, el comercio exterior tuvo que intensificarse notablemente, puesto que en 1932, durante unas excavaciones sistemáticas, fueron descubiertos fragmentos de cerámica de la dinastía Ming (1384-1644) y de la Persia de los siglos XIII y XV.
Ese comercio floreciente y la riqueza que comportó dieron lugar a la arquitectura monumental cuyas ruinas se pueden admirar en la actualidad. Gran Zimbabue empezó a decaer en el siglo XV, al iniciarse el tercer período. Las causas del declive de una civilización tan avanzada, la única de África a excepción de la egipcia muy anterior a la invasión árabe y el colonialismo europeo, no están claras. Se cree que pudo deberse al fin o la interrupción del comercio exterior.
GRAN ZIMBABUE, CENTRO COMERCIAL
El arqueólogo Wilfried Mallows defiende la teoría según la cual Gran Zimbabue fue un importante centro comercial que, más tarde, fue utilizado por los árabes como enclave para el tráfico de esclavos. El singular carácter de la ciudad en ruinas y su fascinante relación con Arabia, la India y el Lejano Oriente dan alas a la imaginación de investigadores y visitantes y la convierten en uno de los monumentos más grandiosos y enigmáticos del mundo.
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