Los alumbrados o iluministas fueron un grupo dentro del catolicismo, a modo de secta mística, cuyo origen se remonta en el centro de Castilla alrededor de 1511, y su consolidación se fija con el Edicto de Toledo en 1525. Por sus ideales fue perseguida como rama relacionada con el protestantismo y con la herejía, llegando a promulgarse tres edictos en su contra por la Inquisición.
Esta secta creía que el hombre podía tener contacto directo con Dios a través del Espíritu Santo expresado mediante visiones y experiencias místicas. Por ello renegaban de cualquier rito o ceremonia eclesiástica, inútil ante sus ojos, así como la veneración de imágenes o esculturas. Además leían e interpretaban la Biblia sin necesidad de sacerdotes, prefiriendo la oración mental a la misa. Todo esto ayudaba a la persona, como individualidad y sin mediadores, acercarse a Dios, lo cual ponía en entredicho sacramentos como la comunión o la confesión. A todas estas creencias se les sumó la idea, extendida por sus enemigos católicos o no, de cierta disolución carnal, profanaciones y relaciones ilícitas entre sacerdotes alumbrados y sus creyentes, quienes creían que a través de las relaciones sexuales alcanzarían el poder místico para comunicarse con Dios.
Estos rumores se incrementaron al conocerse varios conventículos como en Pastrana, Escalona o Llerena, donde los sectarios se reunían y formaban una congregación asentada. Dentro de estos grupos se encontrarían gentes de diversa condición, desde hombres de fe ordenados como Fray Alonso de la Fuente, hasta conventos enteros como el de San Plácido en Madrid; incluso llegó a murmurarse que el propio Felipe IV sería introducido en una de estas sectas por el Conde-Duque de Olivares, dado su carácter de reconocida promiscuidad.
En cualquier caso, los alumbrados fueron objeto de persecuciones inquisitoriales y de habladurías populares que incrementaron su propia leyenda negra.
(Fuente: http://paseandohistoria.blogspot.com)
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