Si nos encontramos en el mar y se avecina una tormenta eléctrica tenemos dos maneras de reducir el riesgo de ser alcanzados por un rayo, salirnos del agua y cobijarnos en alguna zona cercana o sumergirnos lo más profundo que podamos.
Un relámpago típico puede descargar hasta 300 millones de voltios con una intensidad de 30.000 amperios, algo sobradamente suficiente como para matarnos.
Gran parte de la descarga eléctrica del rayo se expande horizontalmente haciendo que la corriente del relámpago se transmita por la superficie de las aguas. Si estuviéramos en el agua deberíamos sumergirnos y aguantar la respiración hasta que pasase el peligro.
En caso de estar en un barco, éstos suelen estar equipados con conductores que dirigen la carga eléctrica hacia el mar y evitan que las partes más vulnerables de la embarcación como zonas de pasajeros o salas de máquinas se vean afectados
Estudios realizados por la NASA muestran que es mayor la probabilidad de que un relámpago impacte sobre la tierra que sobre el mar y es aún menos probable que el impacto se produzca sobre zonas profundas.
Las zonas costeras son las de mayor riesgo, pero este riesgo varía según la temporada del año, siendo el verano la época de mayor peligro.
Vía | BBC
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