Entre una cosa que cuesta 1,99 euros y otra que cuesta 2,00 sólo existe una diferencia de un céntimo, lo cual, en cuanto al ahorro no nos merece la pena. Sin embargo, cuando vemos 1,99, el artículo nos parece mucho más económico que si cuesta 2€.
La razón de esto es que los precios, además de su valor real, también tienen un valor psicológico, que hace que nuestra percepción de los mismos no sea objetiva, sino que el hecho de que lo percibamos como baratos o caros, como ofertas que merecen o no la pena, depende de nuestra subjetividad. Los comerciantes lo saben y, por ello, juegan con ese elemento psicológico.
Por ello, rara vez encontraremos un precio redondo de un artículo, como 200 o 1000 euros, ya que nuestro cerebro tiende a leerlo como caro. En lugar de ello, veremos etiquetas con 199 o con 995, que nos harán pensar que son más económicos cuando apenas nos habernos ahorrado uno o cinco euros.
Los expertos han estudiado este efecto psicológico y de ello han deducido que los números impares son los que más nos influyen a la hora de percibir un precio como económico, por lo que las terminaciones de los mismos suelen ser 5 o 9. Por ello, estas terminaciones suelen ser las más utilizadas en aquellos productos que están de ofertas o de rebajas, ya que rompe el número redondo, que nos resulta más caro.
También nos influye el número de dígitos del precio, por lo que nos resultará más económico un producto que cueste 999 en lugar de aquel por el que tengamos que desembolsar 1.000, aunque la diferencia sea mínima. La mejor aceptación del primero hará que lo encontremos con mayor frecuencia en los precios de los artículos y que en pocas ocasiones encontremos el otro
(Fuente: desplifarro.com)
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